La garra se abalanzó ponzoñosa sobre
mi mano derecha, una de sus uñas hizo un pequeño surco rojo sobre la piel del índice.
Ardió.
Mis dedos iban frenéticos, sonando
como los exasperados cascos de un carruaje en una noche de Transilvania. Me desesperaba
no poder terminar antes de que esas garras dentasen todo, dejando un muñón ahí
donde termina el brazo. No sin mucho esfuerzo y con varios cortes, maté a ese
hombre lobo con el hacha del personaje principal de mi último cuento.
BUEN CIERRE Y CON EL ARMA DE TU PROPIO PERSONAJE...
ResponderEliminarGRACIAS POR PASAR POR MI ESPACIO.
UN ABRAZO
CARLOS
Hay armas y personajes, este me salvó las manos.
EliminarNada de agradecer.
Saludos!
Muy bueno!!! ESta mezcla de ficción y realidad, más tu participación final, me parece un hallazgo. Felicitaciones, Walter!!! Un abrazo!
ResponderEliminarNo hay nada como un final que aparece de improviso para dar el mejor cierre a nuestra historia.
ResponderEliminarTerrorífico y original micro.
Recursos de entre cuentos, para una buena historia gótica. Saludos. carlos
ResponderEliminarTenia que morir.
ResponderEliminarUn abrazo